martes, 3 de mayo de 2016

Recreación de 1900 en el Tren de la Fresa

    Este pasado sábado se celebró la recreación en el Tren de la Fresa, ¡qué guapos íbamos todos vestidos de época eduardiana! Bueno lo voy a intentar contar con un poco de orden:
    Llegamos a la estación de Príncipe Pío en torno a las 9:15 (normalmente sale de la estación de Delicias, pero está en obras) y esperamos un rato hasta que un caballero nos indicó que el grupo estaba dentro de la estación y que se accedía a ella por una puerta colocada en el lateral del edificio (bastante escondida).
    Una vez allí, nos presentamos (era la primera recreación que hacíamos) y accedimos al anden. Subimos al tren y buscamos nuestros asientos (porque los vagones estaban llenos; la verdad es que no sabía que esta actividad tenía tanto éxito, si alguien quiere experimentarla le recomiendo que compre los billetes con antelación). Hicimos fotos, paseamos por los distintos vagones y recibimos las fresas. Es una preciosidad de tren, todo construido en madera (las curvas un poco cerradas son toda una experiencia ya que notas como el asiento se mueve). El primer vagón es de 1930 (creo que me dijeron eso) y de primera clase, por lo que tiene compartimentos separados y los sillones están acolchados; pero preferimos quedarnos en nuestro vagón de principios del siglo XX, aunque en el pasado estuviera destinado a segunda clase.




    Tardamos en torno a una hora en llegar a Aranjuez. La estación es una joya, la han restaurado hace poco y tiene una techumbre espectacular.
    Un pequeño paseo nos llevó hasta las puertas del palacio y, tras parar innumerables veces para que la gente se hiciera fotos con nosotros (esa tarde debimos plagar las redes sociales ;P), conseguimos llegar a nuestros primer destino, el lugar donde hacer el pícnic. Colocamos manteles, abrimos cestas y servimos; sandwiches, bocadillitos, empanada, fruta fresca, deliciosas galletas de chocolate... aunque con el corset, comí más bien poco. También hubo un pequeño concurso cuyo premio fueron unos jaboncitos realizados a mano (con esencia de lavanda, ¡¡¡muchas gracias mi taller huele genial :D!!!).






    Tras terminar de comer y descansar un poco, fuimos a alquilar una calesa, ¡Qué momento más maravilloso! Con esta experiencia me explico por que las personas de la buena sociedad iban de paseo en carruaje: charla agradable, paisajes, brisa fresca y un poco de sombra con el parasol... una delicia y las explicaciones del guía eran excelentes.



    Como la mayoría de la gente ya había visitado el palacio, se decidió escoger la barcaza con el billete. La calesa nos dejó frente a la puerta del embarcadero. Subimos y tras sentarnos, dio comienzo al recorrido por el Tajo, nos sirvieron unas bebidas frías (lo que fue de agradecer, porque hacía bastante calor) y simplemente disfrutamos.



    Cuando terminó, nos recogieron unos autocares (que cosa más incomoda llevando corset con forma de S) para acercarnos a la estación: el tren nos esperaba para trasladarnos de nuevo a Madrid.
    En los vagones hacía un calor infernal, habían estado toda la tarde a sol, y solamente abriendo las puertas y cerrando las contraventanas pudimos hacer el trayecto de vuelta con cierta comodidad.



    Una vez llegamos a la capital, el grupo quiso ir a un tetería a la inglesa que hay en la calle Alcalá, pero mi madre y yo no les pudimos acompañar pues no habíamos calculado eso y teníamos otros planes desde hacia tiempo y eran ineludibles.

    En un post posterior desgranaré que prendas llevaba ese día y como se colocaban.

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