viernes, 5 de septiembre de 2014

Historia de un traje

    Os voy a contar la trepidante vida de un conjunto de dos piezas que en su momento hice a una clienta (que me cae muy bien, por cierto) para una boda. Si no recuerdo mal era para la boda de un nieto y la señora no encontraba nada que le gustaba: demasiado rígido, demasiados volantes o con chaqueta incluida, cuando su modelo soñado era una falda de gasa con un poco de vuelo y un cuerpo sencillo, con un pizca de manga y sin chaqueta.



    Elegido el modelo y aceptado el presupuesto, yo le tomé las medidas a esta mujer y un sábado por la mañana fuimos con su esposo a las tiendas de telas de la parte alta de la calle Atocha.
    Lo primero que hicimos fue elegir una tela para el cuerpo, puesto que si bien quería algo no muy rígido la tela tenia que tener algo de cuerpo; bueno y no es que me incluya en el elegir la tela, yo no la elijo solo digo si es apta o no para el modelo. La señora eligió un brocado de grandes flores en relieve en tonos malvas, rosados y un ligero turquesa que avivaba el conjunto. Una vez que tuvimos la tela para la parte superior podíamos ir a buscar la gasa de la falda, donde se decantó por una gasa de textura rayada (me refiero a que la tela tenía una especie de rayitas en la trama no que tuviera rayas estampadas) en color rosa viejo. (Esto siempre lo hago así, por que es mucho más fácil encontrar una gasa que coordine con un brocado, que al revés; y a sí para todas las telas).
    Hasta aquí el proceso normal de la confección a medida, lo extraño empezó ahora. Íbamos a empezar a poner el patrón sobre la tela para cortarla cuando, nos llama diciendo que esperemos un poco que ha sucedido algo. La verdad es que piensas algo como que la boda se ha cancelado, lo que no te esperas es ver entrar a la señora en la tienda con el brazo derecho escayolado hasta el hombro, la pobre mujer se había caído a la entrada del jardín y se había roto el codo.
    En ese momento paramos todo lo que teníamos en marcha, y como había tiempo podíamos esperar a ver la evolución de su fractura. Recuerdo que estuve días dándole vueltas a como hacer un cuerpo por el que no hiciera falta meter un brazo para vestirlo, por que no solo tenía el brazo totalmente escayolado sino que se lo habían inmovilizado al cuerpo, por lo que no podía separarlo. (El resultado seria cambiar las telas de lugar y hacer una falda con el brocado y con la gasa hacer una especie de blusa capa con mangas cortas y amplias que pudiese cubrir el brazo derecho, pero el izquierdo quedará bien vestido).
   Al final, pocos días antes de la ceremonia, los médicos le liberaron el brazo el suficiente para seguir con el modelo original aunque un poco suelto para poder pasar la escayola.
   Y por qué os cuento todo esto ahora que ha pasado un año, porque por fin ahora hemos podido ajustar del todo la falda y el corpiño.
Hay que tener en cuenta que un modelo hecho a medida para una persona, sobre el maniquí casi siempre quedará raro.

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